La verdad al descubierto


Entonces suelta una bomba: mi marido ha estado viniendo aquí casi todos los fines de semana. “Siempre con alguna mujer”, dice el vecino, como si fuera lo más normal del mundo. Sus palabras me dejan sin aliento, aunque ya me esperaba algo así. Escucharlo en voz alta lo hace sentir innegablemente real.

Lisa pide más detalles, manteniendo la conversación fluida mientras yo intento controlar mis emociones. El vecino continúa, describiendo sus visitas con tanta naturalidad como si hablara de caras conocidas en el supermercado. Y así, todo lo que temía se confirma: esto no fue solo una aventura. Era una vida paralela, vivida a la vista de todos.

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