10. El sistema de alarma antimasturbación

Nada grita “innovador” como la tecnología moral de la era victoriana. Un invento consistía en una jaula de metal que se colocaba a los adolescentes por la noche. Si el dispositivo detectaba algún “movimiento sospechoso”, hacía sonar una fuerte campana. No solo era vergonzoso, sino que alertaba a toda la casa.

Los padres lo adoraban. Los niños lo odiaban. Algunos modelos incluso incluían púas. Esta aterradora tecnología no detuvo nada, excepto el sueño. Hoy en día es una reliquia profundamente extraña de hasta qué punto la gente llegó una vez para controlar los comportamientos más naturales, con la máxima vergüenza y el mínimo sentido.

Advertisements
Advertisements