Pruebas contundentes


De vuelta en casa, vemos las grabaciones de nuevo, esta vez no como participantes sino como testigos de la verdad. Las grabaciones son nítidas, el audio inconfundible. “Esto se mantendrá en los tribunales”, dice Lisa con firmeza, sin apartar la vista de la pantalla. Cada detalle —cada susurro de engaño, cada contradicción en la línea de tiempo— ha sido documentado. El peso de lo que tenemos es inmenso. Por primera vez, no estamos persiguiendo sombras. La prueba está en nuestras manos, innegable y exhaustiva.

Los archivos están organizados, respaldados en múltiples ubicaciones, cada uno catalogado para su presentación en el tribunal. A medida que revisamos el contenido, el impacto de la traición se desvanece, reemplazado por una firme determinación. Esto ya no es solo una misión personal, es un ajuste de cuentas legal. Sus acciones, antes ocultas tras el encanto y el secretismo, ahora se enfrentan a la exposición. Empacamos todo, emocional y físicamente preparados para la siguiente etapa. El final está por fin a la vista, y sabemos exactamente cómo terminar esto.

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