El descubrimiento crucial de Lisa


Un gran avance llega cuando Lisa descubre las cuentas de redes sociales de la amante. Trabaja como una investigadora experimentada, sus dedos tecleando rápidamente el teclado. “¡Lo tengo!”, exclama, con los ojos bien abiertos de satisfacción. Nos apresuramos a su lado, mirando la pantalla mientras imágenes y actualizaciones de estado inundan la página. Cada publicación ofrece más que simples chismes ociosos: es un rastro digital que lleva directamente a la verdad que hemos estado buscando. El descubrimiento de Lisa se siente como si alguien finalmente encendiera las luces en una habitación oscura.

A medida que nos desplazamos por fotos, ubicaciones etiquetadas e interacciones mutuas, el rompecabezas comienza a tomar forma. Cada publicación arroja luz sobre la vida secreta que pensaban que estaba oculta. Su presencia en línea, tan casualmente curada, se convierte en una bóveda de pruebas incriminatorias. La emoción del descubrimiento nos recorre, revitalizando nuestra investigación. “Estamos cerca de algo”, digo, apenas capaz de contener la emoción que me sube al pecho. Por primera vez en semanas, sentimos una oleada de esperanza.

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