Firmeza inquebrantable


Después del enfrentamiento, me quedo en el silencio que dejó atrás, con los ecos de sus gritos aún resonando en mis oídos. Mis manos tiemblan ligeramente, pero mi corazón está más firme que nunca. Me hago una promesa en voz baja: no pararé hasta que la verdad quede completamente expuesta. No importa lo desesperado o explosivo que se ponga, no me apartará de este camino. “¿Es eso todo lo que tienes?”, me pregunto, sacudiendo la cabeza. Cada rabieta que hace solo aprieta mi determinación por la justicia.

Aunque emocionalmente agotada, siento un núcleo de hierro fortaleciéndose dentro de mí. Lo veo por quien realmente es: asustado, acorralado y desmoronándose. Ahora sé que estoy cerca de desenmascarar el último hilo de su engaño. Cuando cierra la puerta de golpe al salir, no es solo el final de una discusión, es un símbolo de lo poco poder que le queda. Respiro hondo, enderezo mi postura y me preparo para lo que venga. No he terminado, ni mucho menos.

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