La vigilancia oculta de Lisa


Justo detrás del umbral, Lisa permanece oculta, agachada con los ojos fijos en la sala principal. Su mano descansa sobre el teléfono, lista para pedir ayuda a la primera señal de peligro. Cada voz alta, cada movimiento brusco hace que su corazón palpite más fuerte, pero ella permanece inmóvil, escuchando atentamente. “Mantén la calma”, se susurra a sí misma, respirando lentamente para calmar sus nervios. Sabe que si algo se intensifica, tiene que actuar rápido. Su vigilancia silenciosa es mi red de seguridad, invisible pero esencial.

Aunque no puede ver mi cara, Lisa sabe exactamente por lo que estoy pasando. Está lista para intervenir, su lealtad inquebrantable en este momento de crisis. Los segundos pasan lentamente, pesados por la tensión. Cada grito de él desencadena un nuevo pico de ansiedad, pero ella no flaquea. Su trabajo no es solo proteger, es presenciar y apoyar sin echar leña al fuego. En esa habitación, Lisa se convierte en mi fuerza invisible, la única persona que sé que no dejará que esto se salga de control.

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