La desesperación aumenta


A medida que profundizamos en nuestra búsqueda, comenzamos a ver claras señales del pánico de mi esposo. Intenta vaciar nuestra cuenta bancaria conjunta, pero la encuentra congelada, gracias a la previsión del abogado. Las alertas financieras comienzan a llegar, cada una un movimiento frenético para salvar su posición. “Está entrando en pánico”, dice Lisa, con los ojos pegados a las actualizaciones en su portátil. Todo se está desmoronando para él ahora, y ya no hay forma de que lo oculte.

La sensación de control que alguna vez tuvo se le está escapando rápidamente. Sus decisiones se vuelven más irracionales: transferencias erráticas, múltiples intentos fallidos de inicio de sesión y desesperados intentos de mover dinero a través de métodos oscuros. “Está perdiendo el control”, digo, con la tensión oprimiéndome el pecho. Pero en lugar de miedo, siento una sensación de progreso. Cada intento fallido de manipular el sistema es una pequeña victoria para nosotros. Permanecemos vigilantes, observando y esperando. Su desmoronamiento solo nos acerca más a la verdad.

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