Consultar a un abogado


Lisa sugiere el siguiente paso lógico: ayuda legal. “Necesitas protección”, dice, y sé que tiene razón. Concertamos una cita con un abogado muy recomendado. La oficina se siente intimidante al principio (filas de libros encuadernados en cuero, paredes cubiertas de certificaciones), pero una vez que nos sentamos, una sensación de seriedad se apodera de nosotros. El tiempo para la emoción ha pasado. Ahora, se trata de estrategia.

Presentamos lo que sabemos, exponiendo los documentos, mensajes y patrones. El abogado escucha atentamente, anotando ocasionalmente. “Has hecho tu tarea”, dice finalmente. “Ahora asegurémonos de que valga la pena”. Su profesionalismo nos da confianza. Con Lisa a mi lado, me siento más fuerte. Cualquiera que sea la tormenta legal que se avecina, estaremos preparados. Es hora de protegerme, legal, financiera y emocionalmente.

Advertisements
Advertisements