Ignorando las señales
Emily le restó importancia a la preocupación de John, atribuyendo el comportamiento de Max a una simple devoción. “Solo me está cuidando”, dijo casualmente, acariciándole el pelo detrás de las orejas a Max.
Pero ni siquiera ella pudo ignorar cómo su ansiedad crecía con el tiempo. Lo que antes parecía afecto comenzó a sentirse como una advertencia.
“Quizás está percibiendo algo que nosotros no”, bromeó John una tarde, medio en serio. “Los perros tienen instinto, ¿verdad?”
Aun así, sin nada concreto que temer, Emily intentó seguir con su rutina habitual.
Advertisements
Advertisements