Miedo a ser observado
John empezó a temer lo peor: que alguien pudiera estar observándolos. Revisó cada cámara de su sistema de seguridad doméstico, escudriñando horas de grabaciones.
Nada parecía fuera de lugar: ningún extraño, ningún movimiento, nada que explicara el comportamiento de Max.
“Quizás solo sea un animal”, ofreció, aunque la duda era evidente en su voz. Aun así, Max seguía gruñendo en la noche, ladrando a sombras que ellos no podían ver.
John se propuso más que nunca descubrir lo que Max ya sabía.
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