Una Propuesta Inesperada
Alan, prácticamente radiante de energía, sugirió que nos fuéramos a una aventura espontánea. Era tan inusual en él desde el accidente que me tomó completamente desprevenida. “¿Estás seguro de esto, Alan?”, le pregunté, sin saber si esto era una broma o un milagro. Él solo asintió, sonriendo con una confianza que no había visto en años.
A pesar de mi vacilación, algo en el momento se sentía extrañamente bien. Su emoción era contagiosa, y no tuve el corazón, ni la curiosidad, para decir que no. Mientras subíamos a la furgoneta, me encontré preguntándome qué exactamente había cambiado y cuánto tiempo había estado esperando para revelarlo.
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