Lleno de amor


A pesar de todo, Jackie había hecho lo que cualquier madre amorosa haría. Y Tom había hecho exactamente lo que un compañero amoroso debería: se sentó a su lado, tranquilo y comprensivo. Nunca se quejó, nunca titubeó. Eso significaba el mundo para ella.

Mientras recogían sus cosas y se preparaban para irse, Jackie miró a su esposo con nuevos ojos. Él había permanecido en silencio cuando más importaba y había demostrado su lealtad no con palabras, sino con su presencia constante. Esa fuerza tranquila hizo que se enamorara de él de nuevo.

Advertisements
Advertisements