Pieles de Ardilla
En la Rusia medieval y Finlandia, las pieles de ardilla eran una moneda tan común que se aceptaban en los mercados y se usaban para pagar impuestos. Su textura suave las hacía ideales para climas fríos, y su abundancia aseguraba que pudieran usarse en el comercio diario.
Las pieles de ardilla incluso se subdividían: las orejas, las garras y los hocicos a veces contaban como cambio. ¡Imagínate entregar tres colas y una pata para comprar una barra de pan! Si bien es extraño para los estándares modernos, este sistema monetario basado en pieles funcionó bien en una economía dura e impulsada por el trueque.
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