Cereales y Cebada
En la antigua Mesopotamia y Egipto, el grano no era solo alimento, sino también moneda. Los templos y palacios recaudaban impuestos en forma de cebada, que se almacenaba en enormes graneros. A menudo, a los trabajadores se les pagaba con sacos de grano y las transacciones se registraban en tablillas de arcilla, algunos de los primeros registros financieros escritos del mundo.
Este sistema era eficaz porque todo el mundo necesitaba grano y su valor era relativamente estable. Sin embargo, el deterioro y las plagas lo hacían imperfecto. Aún así, durante miles de años, el precio del pan, la mano de obra y la tierra dependió del humilde grano: una simple semilla que alimentaba tanto los estómagos como las economías.
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