El drama del refrigerador de la oficina

El refrigerador de la oficina a menudo se convierte en un punto central de interacciones pasivo-agresivas, ya sea por el robo de comida o por el acto de etiquetar pertenencias. Un paso escalado en esta dinámica implica indicar colectivamente que la comida no pertenece a un ladrón conocido.


Esta acción colectiva dificulta que el infractor señale a un acusador, ya que toda la oficina participa en señalar su mala conducta, con el objetivo de frenar sus hábitos de robo.
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