Metas de siesta alcanzadas

A veces uno no elige la siesta, la siesta lo elige a uno. Esta imagen captura a un hombre en una estación de metro, profundamente dormido en la que podría ser la posición menos ergonómica imaginable. Apoyado en una serie de asientos amarillos a media altura, está inclinado tan hacia atrás que parece que está siendo suavemente catapultado a una dimensión onírica. A pesar del ángulo incómodo, su rostro sereno y su total despreocupación por el caos a su alrededor hacen que este momento sea extrañamente pacífico.

Lo que realmente eleva el humor de esta escena es la confianza con la que ha abrazado la incomodidad. Hay una especie de belleza poética en su rendición desgarbada, como si estos asientos inusuales estuvieran destinados a alguna forma avanzada de yoga urbano. Todos los demás a su alrededor están erguidos y en movimiento, sin embargo, él existe en un ritmo completamente diferente, uno que implica cero tensión y máxima relajación, independientemente del entorno público.

Advertisements
Advertisements